El reconocimiento de esta condición implica poseer el conocimiento más allá de la evolución de la adquisición de las habilidades esperadas según la edad de desarrollo, implica además poder poseer conocimiento de la neurobiología y fisiopatología de la entidad de base.

Este punto previo es de real importancia pues permitirá abordar además las comorbilidades que pudiese presentar un niño con TEA, dentro de las que destacan: ansiedad y depresión, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, déficit cognitivo, epilepsia y trastorno obsesivo compulsivo entre muchas otras.

Existen de acuerdo con la evaluación individualizada de cada niño, diferentes áreas a mejorar y trabajar más que otras, y al identificarlas nos permite su abordaje dirigido, pero a la vez integral del niño, evaluando fortalezas y debilidades a lo largo de su tratamiento, por lo cual es importante visitar a su Neuropediatra para su abordaje y seguimiento.

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